domingo, 29 de enero de 2012

It is true?... Or you are lying?

“He was too inebriated to record. I told Ville that I had to be honest, and that I felt he would sing the song better if he was not so drunk.
Instead of fighting, he just apologized and told me that he had been going through a really tough time. I tried to encourage him to talk about it, as he seemed really sad and was close to tears. He told me how life had become a struggle, but I was still not aware of how extreme his feelings were. I learned that he had been feeling low for many years now. He was needing at least three beers to just leave the house, and was really not eating well at all. He was drinking very heavily and just smoking all day. It all became extremely serious when I learned from Ville that he had been waking up and feeling like he didn’t want to carry on with his life. He told me that his wrists felt like they were burning.”


-¿Ya te levantas?

-Supongo. No podré estar toda la vida aquí, Ville.

-Oh, vamos, ¿por qué no?

Torcí mi tronco indignada, sin apartar las manos de la cicatriz que abría de par en par mi cuerpo, atándola con la paciencia y dedicación con la que se enhebran las cuerdas de un corsé.

-Pasará lo de siempre. Te irás. Desaparecerás entre mis dedos. ¿Y cómo crees que me voy a sentir cuando eso pase?

-Venus... Sabes que aunque eso suceda siempre voy a volver a tu lado.

-Sé que un día no volverás.

Mi voz se diluyó en un murmuro que me amargó el sabor de los labios. De alguna forma u otra se escapó una lágrima de mis ojos.

-Venus, nunca te he fallado a mi palabra.

-Pero hay palabras que no puedes darme, Ville. ¿Por qué has de irte? ¿Quién me dice si estás vivo? ¿Quién me dice que no estás mal, que no sufres?

-Estoy bien.

-Me lo dices porque sabes que es lo que quiero escuchar.

Y esta vez me irgo de la cama, dejo de sentir el tacto de las sábanas bajo mis muslos desnudos. Me llevo ambas manos a la abertura. Palpita en sangre. No deja de chorrear, igual que mis ojos emanan lágrimas. Quizás es mi corazón herido que escupe toda su precarga. Me vuelvo de nuevo hacia Ville y lo primero que se me pasa por el alma es abrazarle fuerte, escondiéndome, manchándole de sangre, de lágrimas, sollozando.

-No me dejes. En serio, Ville, no me dejes nunca. No quiero que te pase nada, eres la persona a la que más quiero en el mundo, más incluso que a mis hermanos y que a mí misma. No te hagas daño, no dejes que te lo hagan. No te mueras nunca...

"Morir", el verbo que desencadena cualquier tragedia, después de las tres palabras "I love you". Él me abrazó fuerte, me acarició, me besó el cabello. Apoyé la mejilla sobre su pecho. Comenzaba a oler a ceniza. Algo de él se estaba desintegrando para poder irse de nuevo.

-Venus, no me va a pasarme nada. Tranquila. Escucha.

Sé a lo que se refería. En cuanto cerraba los ojos, así estando tan cerca, era lo primero que llegaba a mis oídos, incluso antes que su voz, a la velocidad de la luz. Su corazón. Y solo cuando lo escuchaba me daba cuenta de que podía ser real su presencia. Los cambios de ritmo, de intensidad, la fuerza de eyección de la sangre, el cierre brusco de las válvulas. Casi siempre era el primer y último sonido que notaba salir de él, el puente entre la llegada y la partida en humo y ceniza.

-Has de decirle que no se detenga.

-Se lo diré.

-¿Y si no te hace caso?

-Le obligaré.

-Te amo, Ville.

-Yo también te amo, Venus.

Y en suspiro y lágrimas volvió a desaparecer.

-Es mentira.-murmuré, y entonces llegó a mí el olor de la ceniza de su cuerpo desvanecido. Y su corazón...lo seguía oyendo. Sonreí.-Es verdad...





domingo, 22 de enero de 2012

Llegamos a un punto

En el que es imposible estar más desnuda

No te vayas

Quédate una noche más, un minuto más, un suspiro más, un latido más.
Quédate hasta que se muera la luz, hasta que se extinga la aurora, quédate hasta que dejen de brotar lágrimas del manantial de mis ojos, quédate hasta que mi vientre se aplaque con el roce de tu mano áspera, quédate hasta que el dulce tono de tu voz nuble al de los putos ruiseñores.


Quédate, mi amor, no vuelvas a irte como en cada despertar.

lunes, 16 de enero de 2012

Venus Hurted Edge

No soy la mujer que querrías que fuese.

Mis lágrimas saben a miel amarga, y mis labios a espinas rotas, y el silencio quiebra mi piel como si fuese un cristal. La respiración ajena hace vibrar mi alma como un arco mece las cuerdas de un violín. El latido de un corazón me tensa y posteriormente relaja mi interior desde el oído externo igual que el hielo cuando comienza a arder en tu piel. Me gusta que me envuelvan en una manta de abrazos, y los besos en los labios me semejan tan fríos que podrían rozar la necrofilia.

Poseo tajadas punzantes como estatua de mármol en plena exposición a la inclemencia del tiempo. Cada vez que mi llanto se derrama es como si estuviese perdiendo sangre, mi mente se desvanece como el vapor aunque mi cuerpo siga en pie. Prefiero volar bajito de la mano de alguien a volar tan alto que pueda quemarme las alas.

No soy la mujer que querrías que fuese.


martes, 3 de enero de 2012

Después de un intento de suicidio

Te propones una serie de cosas.

1.-No volver a callarte nada. Callarse significa hacerse daño a uno mismo.

2.-No volver a confiar en nadie. "De lo que te digan, no te creas la mitad, y la otra mitad ponla en duda". Sobre todo si te dicen que te quieren.

3.-No volver a querer a nadie. "Querer a alguien le da el poder de destruirte". Cuanto más quieres a alguien, más posibilidades tienes de sufrir cuando ese alguien te abandone, que ten por seguro que lo hará.

4.-No tomarse las cosas a pecho. Ser más pasota, en definitiva.

5.-Aprender a relajarse. Música, respiraciones, todo vale. Y si hay que recurrir a las drogas, recurrimos a las drogas.

6.-No volver a hacerte más daño. Piensa en mamá, las tías, los abuelitos, en tu hermana Circe y en tus futuros pacientes.

Son unos propósitos maravillosos. Lo peor que tienen es que se suelen cumplir solamente un par de días. O como máximo, dales dos semanas.




domingo, 1 de enero de 2012

Ironía

Hubo un día, este verano del 2011, en el que casi pierdo el conocimiento. Me levanté como cada mañana y me sentí inestable. Todo alrededor de mí daba mil y una vueltas, parecía un capricho de los dioses de hacer que cada objecto, cada lugar se derritiese ante mis ojos. Volví de nuevo a acostarme, y aún notando las sábanas bajo mis dedos me sentía insegura.
Por la tarde tenía que hacerme unas fotos de carnet, y menos mal que pude levantarme de la cama. Según la gente, según mi madre, el fotógrafo y mis amigas, es la mejor foto que me han sacado nunca.

El día de fin de año del 2011 lo recordaré como el día en el que me hinqué unas tijeras en la mano y rajé sin demasiado temor. Pero todo el resto del mundo lo recordará como la noche en la que iba más bonita que ninguna.


Qué irónicas son las cosas. Qué bien sé fingir.