sábado, 24 de diciembre de 2011

Hay miles de formas de morir

Hoy al salir a la calle, me di cuenta de que es pan comido acabar con tu propia vida. Un par de pasos hacia la carretera, un perro que te muerda la yugular, un tío que saque una navaja, un tropezón que te abra el cráneo, degustar las hojas de una planta venenosa, romper una botella del supermercado y rajarte el cuello con uno de los pedacitos.

Sí, hay miles de formas de morir, miles. Y si Dios o quien quiera que fuese no quisiese que nos matásemos, no nos lo dejaría tan suma y deliciosamente fácil.


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