martes, 20 de diciembre de 2011

Testamento vital

Yo, Venus Edge, mayor de edad, en plenitud de mis facultades mentales, libremente y tras una dilatada meditación, expongo lo siguiente, cosa que sola y exclusivamente podrán leer ciertas tres personas. Ni familia, ni compañeros de trabajo, ni siquiera el notario:

Llegará un momento en el que yo, Venus Edge, me muera. Decidlo como queráis. Desde "palmarla" o "estirar la pata" hasta "pasar a mejor vida". El caso es que un día os despertaréis y no cogeré al móvil, no veréis movimiento mío por internet, ni siquiera en la calle. Es ley de vida. Alguna vez ya lo he pensado con anterioridad, bien lo sabéis. Alguna vez se me ha pasado por la chola hacer mamonadas varias y a partir de ahí fue cuando vosotras firmásteis vuestra propia sentencia. "Si tú te mueres, yo me muero".

Yo, Venus Edge, nunca he estado ni estaré acostumbrada a afirmaciones así. Me resulta extraño, porque no me lo habían dicho nunca. Es raro que haya, al menos, de uno a tres corazones que laten por mí, cuando ni siquiera el mío es capaz de hacerlo. Todos los días me estáis diciendo que cuando yo me muera, vosotros también os moriréis conmigo. Os voy a decir algo.

¿Es que acaso no me escucháis? ¿Es que acaso no me hacéis caso? Siempre os digo que luchéis, ya sea contra las drogas, contra la soledad o contra la propia muerte. Siempre os digo que empuñéis la espada, aunque tengáis las manos llenas de cortes, llenas de mierda, llenas de sangre o llenas de lágrimas. Cuando yo me vaya, quiero que sigáis luchando. Que sonriáis, sigáis mis consejos, porque eso me mantendrá viva. En el momento en el que os resistáis de fumar un porro, en el que le digáis que no a una raya de coca, en el que seáis lo suficientemente dignas para llorar riendo, en el que en lugar de haceros un corte dibujéis un corazón, yo seguiré viva.

En cuanto a la herencia, conformaos con mi eterna gratitud.


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