sábado, 30 de marzo de 2013

I am yout bitter-fly. Capítulo III


Gotas de sudor frío todavía corrían por la piel de Alois cada vez que recordaba el choque de carnes de la noche anterior. Los roces, las caricias, la erección incipiente, los escalofríos en la columna, la saliva, el beat que conformaba su corazón acelerado, la retahíla en free style de sus besos. Se refrescó las sienes arrojándose un puñado de agua al rostro, alzando poco a poco la mirada. El espejo del lavabo masculino de su instituto desprendía un fulgor cristalino. Deslizó su propia mano mojada por dentro de su camisa, intentando calmar el fuego que sentía por dentro, pero le era completamente imposible. La excitación de los poros de su piel solo le recordaba a Spider, a su lengua afilada, a sus garras de araña, su mirada color miel cortante como el filo de una navaja. Si su padre siguiese vivo se pondría furioso. Y eso… le encantaba.

-Matrícula de honor en química, matrícula de honor en literatura, matrícula de honor en filosofía y…adivina qué tengo en matemáticas.

Esa voz era inconfundible. Un timbre recientemente agravado por la pubertad, lleno de ironía y competitividad malsana Sin girarse, Alois se llevó una mano al pecho, teatral, respondiendo con un atisbo de tono de falsete:

-No seas tan cruel. Con esa lengua afilada hieres mis sentimientos.

Ciel Phantomhive, heredero de la casa Phantomhive, parientes directos de la Reina de Inglaterra, y compañero de clase de Alois, avanzó un par de pasos para plantarse ante él. Desde luego, los aires de grandeza que desprendía apestaban a kilómetros. Su manera de actuar seguramente desconcertaría a Spider; en contraposición con los pandilleros, los nobles tenían una manera de herir más bien distinta. Actuaban mediante la manipulación psicológica, con dardos envenenados. No era la primera vez que Ciel y Alois se dañaban mutuamente entremezclando el sexo con el odio que sentía uno por el otro. Quizás no era tan visceral como la agresión física, pero dejaba cicatrices más profundas.

-Buenos ojos te vean, Trancy. Te pasas por clase menos de lo habitual, ¿es que temes verme con otro?

Alois sonrió suavemente, aunque no pudo reprimir una carcajada que dejó completamente descolocado al otro muchacho. Lo que solía suceder era que el rubio se pusiese celoso e intentase seducirlo. Lo único que hizo fue mirarle, clavar en él sus ojos azules, y murmurar dulcemente:

-Lo siento. Tengo algo muy grande entre manos.

-¡Me lo imagino!-respondió, haciéndole burla con ello. Sin embargo, no podía ocultar su intriga hacia el cambio de actitud de su enemigo.

-Bromas aparte, Phantomhive. Créeme cuando te lo digo. Tengo algo muy grande entre manos.-echó a caminar hacia él, quien le observaba cada vez más atónito por su comportamiento. Apoyó las yemas de los dedos en su esternón para empujarle suavemente, añadiendo.-Ya no necesito tus besos de Judas. He encontrado algo mejor.


Desde lo lejos podía vislumbrar a Spider cerca de la entrada de su instituto; lo suficientemente lejos como para que los pijos no sospechasen de él, mas a la distancia perfecta para que Alois, al verle, supiese que le estaba esperando. Aferró entre sus dedos los pocos apuntes que había tomado en clase, encaminándose a galope hacia la posición del muchacho. No podía soportar las ganas, el deseo era demasiado fuerte para luchar contra él. Sin pensarlo dos veces se empotró contra su cuerpo, abrazándolo con fuerza hasta casi cortarle la respiración e interrumpir por completo la suya propia. Los papeles manuscritos salieron disparados como balas blancas por el aire. Apenas si llevaban unas horas separados y ya le había echado de menos más que a su propio aliento. Sentía que podían extirparle el corazón y que seguiría viviendo siempre que le tuviese cerca, que sintiese el tacto de sus enormes manos sobre su piel, las estrías frías de sus labios, la presión de su cabeza sobre su cuerpo.
Un par de palmadas en el cabello rubio le despertaron de su ensoñación.

-Eres peor que una garrapata, lil’ A.-exclamó Spider, soltando una carcajada.-Anda, vamos a dar una vuelta. Este sitio me da ganas de potar.

Alois asintió y se guió por los designios de su acompañante. Sin embargo, no quería soltarle. Echaron a caminar, sí, pero conteniendo entre los dedos su sudadera blanca. No iba a volver a escapársele. Esa noche, después de la pelea de gallos, le haría el amor como nadie. Ardía en deseos de entregarle su cuerpo a alguien no por lujuria, miedo ni despecho, sino por un sentimiento más puro, más simple, a la vez más enrevesado. Mas tendría que ser paciente, no semejar demasiado desesperado, esperar a que la euforia se apoderase de Spider para que sucumbiese a él sin resistencia de ningún tipo, sin evasivas, sin negativas.

-¿Nervioso?-de nuevo fue el rapero quien quebró el silencio, mirando al horizonte, en cierto modo, abstraído.

-¡Mucho muchísimo! ¡Tengo el corazón a mil por hora! Qué digo a mil… ¡a un millón por hora! ¡Parece que se me va a escapar del pecho, en serio!-la voz de Alois sonaba frenética y atropellada. Ahora, sin estar bajo los efectos de la marihuana ni nicotina corriendo por su sangre le era mucho más difícil disimular la magnética atracción que sentía.- ¿Y…Y tú?

-Digamos que yo también.-respondió, con una leve sonrisa en sus labios. Eso sí aceleraba los latidos del púber.-Pero lo tenemos controlado. He estado ensayando con el DJ esta mañana y ya hemos calentado motores.

-Ah… ¡Ah, el DJ! ¡Debiste haberme avisado! ¡Yo también tengo que ensayar! ¡No quiero hacerlo mal!

Spider se detuvo en ese momento en seco, clavando sus dedos en los hombros de Alois para que le mirase a los ojos. Su garganta comenzó a arrancar unos leves jadeos. No sabía cuánto tiempo aguantaría mirando esos ojos color miel sin desfallecer.

-Lil’ A, calma. Nos saldrá bien. Además, tu línea no es complicada.

Alois extendió los brazos, sin dejar de mirarle embelesado. La calle estaba desierta, la gente se había recogido en sus casas para almorzar. Nadie podría ver cómo se volvían a abrazar. Temía tanto defraudarle, que todo saliese mal y que no volviese a verle nunca más. Temía… Temía tanto que le olvidara…

-Eh… ¿Por qué no vamos a otro sitio?-cuestionó Spider, acariciando la frente de Alois para que se separase de él.-Ahora mismo detrás de la iglesia que hay al lado de mi casa no hay un alma y tenemos donde sentarnos.


Efectivamente, la iglesia de la que hablaba estaba completamente vacía, tanto dentro del recinto como en sus alrededores. En la parte de atrás, un rincón que algún día fue una cancha de baloncesto y que ahora solo servía para que los jóvenes arrojasen allí sus botellas de cerveza vacías, había unas escaleras que comunicaban con la escuela parroquial. El edificio no parecía muy concurrido en general, distaba de la arquitectura gótica que predominaba en Londres, por lo que los turistas no encontraban ningún rasgo distintivo que hiciese que mereciese la pena visitarlo. Era el lugar idóneo para detenerse en seco, respirar hondo, y hablar. Alois se sentó en las escaleras, apretando las piernas una contra la otra, nervioso. Necesitaba un cigarro. No había probado uno desde que emprendió camino hacia el instituto. Sacó la cajetilla del bolsillo de su americana, en la cual estaba bordado el escudo de la escuela, y tomó el tabaco entre sus dedos temblorosos. Catorce años y ya comenzaba a sufrir los estragos de la abstinencia que, mezclada con el amor, era un coctel mortal.

-¿Dónde es la pelea de gallos?

-Ah, en un garito…-intentó explicarle la ubicación, pero seguramente el aristócrata Alois no habría pisado aquel lugar en su vida, a no ser que se anduviese metiendo en líos con quien no debía, como la vez que se conocieron.-Con salir de aquí media hora antes llegamos con tiempo de sobra.

-Nunca he ido a una.-reconoció, encendiendo el pitillo con algo más de calma. El humo poco tardó en inundar sus todavía jóvenes pulmones.- ¿Cómo son?

-Bueno…la cosa es que enzarzan a dos pavos en una batalla de rap. Esta vez nos lo dejan llevar preparado, pero otras tenemos que inventarlo sobre la marcha.

-¿Improvisas todo un rap?-el interés de Alois no solo sobre el evento que estaba a punto de presenciar, sino sobre Spider aumentó a niveles insospechados.

-Claro, en eso consiste.

Spider se inclinó hacia delante, apoyando los codos en sus piernas, como solía, observando algún punto fijo de la nada, abstraído. Sin embargo, el muchacho no podía mirar otra cosa que no fuese a él.

-Deben estar muy orgullosos de ti…

-¿Quiénes?

-No sé… Tu familia, tus amigos…

-A mi familia les importa una mierda todo esto. Mis padres ya no quieren saber ni mi nombre.-a pesar de haber pronunciado tan duras palabras, Spider no parecía afectado de ningún modo, sino resignado.- ¿Y los tuyos? ¿Están orgullosos de ti?

-Están muertos. Vivo con mi tío.

-Lo siento, Lil’ A.

-No pasa nada. Poco después de dar a luz mi madre la palmó, dejándonos solos a mi padre, a mi hermano pequeño Luke y a mí. Él… bueno, solía emborracharse hasta las trancas y nos pegaba auténticas palizas. A veces abusaba de mí delante de mi hermano y yo tenía que gritarle que se fuera a su habitación y cerrara la puerta.-Alois se sorprendió de sí mismo. Fue capaz de arrancar esas palabras de su boca sin sentirse desamparado, temeroso o abrumado. Era la primera vez que sacaba el tema con tanta franqueza.-Un día… no recuerdo muy bien por qué… mi padre se ensañó con él, venga a darle de ostias, yo quise detenerlo pero… La… La cabeza de mi hermano golpeó no sé cómo contra una encimera, se escuchó con total claridad. Se levantó como si nada y parecía estar bien, no le pasaba nada. Pero poco a poco se fue olvidando… primero estaba mareado, confuso… luego se olvidó de cómo caminar, de dónde estaba, de hablar… De mí... Hasta que se olvidó de respirar. Todo esto pasó en una hora y media.

-Joder…

-Spider, si en algún momento dejo de recordar quién eres… quiero que me mates.

-¡No me vengas con esa mierda!-exclamó, girándose bruscamente hacia Alois. Se esperaba cualquier respuesta a su exclamación menos esa.

-No quiero olvidarme de ti. Yo… no quiero olvidarte, no quiero que me pase lo que a mi hermano, quiero morir recordándolo todo.

-No tiene por qué pasarte a ti. No seas paranoico.

-¿Vas a estar siempre conmigo para que te recuerde?-en ese preciso instante, las lágrimas comenzaron a aflorar de los ojos del muchacho. No dolían. No presionaban sus lacrimales. Escapaban porque lo necesitaban, como el cauce de un río.

-Eh, no te rayes, Lil’ A.-tomó el rostro de Alois entre sus manos, limpiando sus lágrimas con los pulgares.-Estaré contigo, pero no te rayes.

-Tranquilo, me siento cómodo hablando estas cosas contigo.

-Nadie lo diría. Estás llorando como una nenita.

-Estoy bien…-apoyó sus manos sobre las de Spider y le obligó a bajarlas. Una feble sonrisa nerviosa emergió de sus labios.-Contigo me siento bien.

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